Por fin le atacamos al trabajo de nuestra granja ecológica, que había sido apartado por la construcción de la cabaña del roble.
Nunca habíamos empezado la huerta tan tarde, así que aseguramos que este año, esos tomates ricos y pimientos… casi seguro no podrán estar en nuestro comedor, sniff, sniff.
Lo que es un gusto y una necesidad es poder hundir las manos en la tierra. Sentir su calor, su humedad, su textura ya es una necesidad mental que este año ha llegado tarde.
Estando como está la situación de la huerta, cesped, frutales, frambuesas… hemos empezado a jugar familiarmente a «rescatar la granja» , donde sobre un plano vamos cambiando de color como los semáforos esperando estar pronto con todo amarillo o verde. Al ataaaaaquuueeeeeeeeeeeee